sábado, 30 de octubre de 2010

Apretar un gatillo

La cámara, como el automóvil, se vende como un arma depredadora, un arma automática como es posible, lista para saltar. El gusto popular espera una tecnología cómoda e invisible. Los fabricantes confían a la clientela que fotografiar no requiere pericia ni habilidad, que la máquina es omnisapiente y responde a la mas ligera presión de la voluntad. Es tan simple como encender el arranque o apretar el gatillo.
Como las armas y los automóviles, las cámaras son máquinas que cifran fantasías y crean adicción. Sin embargo, pese a las extravagancias de la lengua cotidiana y la publicidad, no son letales.
En el hipérbole que publicita los automóviles como armas hay al menos un asomo de verdad: salvo en tiempos de guerra, los automóviles matan más personas que las armas. La cámara / arma no mata, así que la ominosa metáfora parece un mero alarde, como la fantasía masculina de tener un fusil, cuchillo o herramienta entre las piernas. No obstante, algo de depredador hay en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como nunca pueden conocerse, transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.
Así como la cámara es una sublimación del arma, fotografiar a alquien es cometer un asesinato sublimado, un asesinato blando, digno de una época triste, atemorizada.

Sobre la fotografía - Susan Sontag

viernes, 15 de octubre de 2010

Lo que dice la fotografía

La fotografía es la única de las artes importantes en la cual la formación profesional y los años de experiencia no confieren una ventaja insuperable sobre los no formados e inexpertos: por muchas razones, entre ellas la importante función que desempeña el azar (o la suerte) al hacer las fotos, y la inclinación por lo espontáneo, lo tosco, lo imperfecto.
Ya sea la fotografía se entienda como objeto sencillo u obra de un artífice experto, su sentido -y la respuesta del expectador- depende de la correcta o errónea indentificación de la imagen; es decir, de las palabras.
Por lo general, si media alguna distancia del tema, lo que una fotografía "dice" se puede interpretar de diversos modos. A la larga se interpreta en  la fotografía lo que esta debería  estar diciendo.

Ante el dolor de los demás - Susan Sontag

Puerta Catedral de Santiago

miércoles, 13 de octubre de 2010

calle Merced

Entre el conocimiento y la acción

En la vida moderna -una vida en la cual lo superfluo reclama nuestra atención- parece normal apartarse de las imágenes que simplemente nos provocan malestar. Mucha más gente cambiaría de canal si los medios informativos destinasen más tiempo a los pormenores del sufrimiento humano causado por la guerra y otras infamias. Pero probablemente no sea cierto que la gente responde en menor medida.
El hecho de que no seamos transformados por completo, de que podamos apartarnos, volver la página, cambiar de canal, no impugna el valor ético de un asalto de imágenes. No es un defecto que no seamos abrasados, que no suframos lo suficiente, cuando las vemos. Tampoco se supone que la fotografía deba remediar nuestra ignorancia sobre la historia y las causas del sufrimiento que selecciona y enmarca. Tales imágenes no pueden ser más  que una invitación a prestar atención, a reflexionar, a aprender, a examinar las racionalizaciones que sobre el sufrimiento de las masas nos ofrecen los poderes establecidos. ¿Quién causó lo que muestra esta foto? ¿Quién es el responsable? ¿Se puede excusar? ¿Fue inevitable? ¿Hay un estado de cosas que hemos aceptado hasta ahora y que debemos poner en entredicho? Todo ello en el entendido de que la indignación moral, como la compasión, no puede dictar el curso de las acciones.

Susan Sontag - Ante el dolor de los demás